Su origen se remonta hasta finales del siglo XIX. En los inicios se buscaba una alternativa a la estricta técnica del ballet clásico,
empezaron a aparecer bailarines danzando descalzos y realizando saltos
menos rígidos que los tradicionales en el escenario. Con el tiempo,
fueron apareciendo variaciones en las que la técnica clásica brillaba
por su ausencia e incluso se introducían movimientos de otras técnicas
corporales, como el flamenco, movimientos de danzas tribales y hasta del
yoga. Hasta el final de la Segunda Guerra Mundial, este renovado estilo de danza se llamó danza moderna,
pero su evolución desde finales de los años 1940 en adelante llevó a
que se prefiriese a partir de entonces emplear la expresión danza contemporánea.
Hoy en día, las técnicas modernas dejan paso a un torbellino de mezclas
de estilos, llegándose incluso a no dejar claro a qué estilo se asemeja
o qué patrones se siguen. Se dice que en la danza contemporánea (hoy día) "todo vale"
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